sherazade - eneabiumi

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sherazade

SULLA SCRITTURA DIALETTALE ITALIANA
E' noto, ed ormai accettato dai più, che il più grande poeta dialettale italiano sia stato Dante Alighieri. Fu lui a proporre e ad esaminare minuziosamente, come si usava nel Medioevo, i vari volgari della penisola. Certo, oggi, le cose sono cambiate. Il suo dialetto, cioè il toscano-fiorentino, si è imposto come lingua unificatrice dell'Italia, letteraria e non. Ma la supremazia di quella lingua non ha cancellato - o per lo meno, non ha cancellato del tutto - quegli altri linguaggi che, fino al secolo scorso, appartenevano al popolo e quindi rifiutati, in linea generale, dal potere, sia culturale che politico. Eppure a tutt'oggi quei linguaggi resistono ed esistono. Non voglio qui farne una trattazione sociologica, ma di fatto la situazione è questa. Accanto ad una lingua "italiana" si sono tramandate altre lingue, con le quali il popolo si esprime e delle quali soprattutto i poeti hanno creato un loro specifico modo di scrivere e descrivere. E' in queste radici che fondano i loro versi i poeti qui presentati. Per dirla con Lucio Pallavera, direttore del "Cittadino" di Lodi "dentro l'anima di un popolo c'è un impasto di storia e di tradizioni , di tenacia e di religiosità, di modi di vivere e di gustare la vita". E quest'anima si esprime col proprio linguaggio che è quello che noi chiamiamo, anche impropriamente, dialetto. Perchè dico impropriamente? Perchè il dialetto è sempre stato considerato, fino a poco tempo fa, un modo "inferiore" di esprimersi. E qui sta lo sbaglio. Come mdo espressivo, il dialetto è una vera e propria lingua. Chi conosce un po' di letteratura italiana sa come lo scontro tra dialetto e italiano sia stato molto duro soprattutto a partire dalla fine del settecento. E sa anche le risposte che i vari intellettuali hanno dato per difendere o per denigrare il dialetto. Ma sa anche che la letteratura italiana ha avuto nel quattrocento un passaggio elitario: fu il fenomeno del cosiddetto "umanesimo". In quel momento si ruppe un rapporto: la cultura - e quindi la lingua con la quale detta cultura si trasmetteva - divenne di pochi e per pochi. Già Dario Fo aveva notato una simile frattura portata avanti con disinvoltura dalla cultura ufficiale. Si veda il suo commento alla poesia di Ciullo d'Alcamo (Ciullo e non Cielo come riportano in gran parte i testi scolastici per non so quale pudore). Dicevo, dunque: l'umanesimo riconosce solo la propria produzione, rifiutando in toto quello che viene dal mondo contadino e popolare. Che comunque crea proprie canzoni, proprie poesie, proprie favole e soprattutto un proprio teatro. Dico soprattutto perché il teatro, per sua natura, è l’elemento più conosciuto a livello dialettale (sarà forse per questo che Croce negò sempre la possibilità di una estetica teatrale?). Ruzante, Carlo Maria Maggi, Francesco de Lemene, lo stesso Goldoni sono autori teatrali che hanno fatto del dialetto un momento topico della loro produzione. Ma non si possono dimenticare poeti che, voltando le spalle ai vari petrarchisti di mestiere, seppero imporsi con le loro opere. Considerare questi al di fuori della letteratura o appartenenti, come spesso si usa dire, ad una letteratura minore mi sembra cieco e fuorviante. La storia ha poi fatto il suo corso. E ci ha restituito un Belli, un Di Giacomo, un Porta, un Viviani, un Marin. L’elenco si fa lungo e quasi sicuramente pareggia o forse supera i poeti in lingua.
Ecco perchè, oggi, presentiamo cinque poeti dialettali - quattro lombardi ed un campano – ed un commediografo campano, accomunati dalla stessa voglia di raccontare, di indagare, di scoprire quello che c'è in se stessi e quello che c'è nel mondo. Le parole sono semplici, certo. Ma esprimono nella loro concretezza la verità. I termini altisonanti ed aulici li lasciamo al mondo accademico - quel mondo che continua ad andare avanti nel nome di una cultura che non appartiene al popolo: un mondo autereferenziale, criptico, che sembra far apposta nel non farsi comprendere. Già il Balestrieri, difendendo l'uso del dialetto nella letteratura, giustamente affermava: "A me sembra che l'arte di parlare bene sia quella di farsi capire..."
E qui termino. Ai lettori poi giudicare l'autenticità dei sentimenti.

  Enea Biumi

Es notorio, y además aceptado por la mayoría, que el más grande poeta dialectal italiano ha sido Dante Alighieri. Él fue quien examinó minuciosamente, como se usaba en el medioevo, los distintas lenguas vulgares de la península. Hoy en día, las cosas han cambiado. Su dialecto, el Tuscan-Florentino, se impuso como lengua unificadora literaria y no literaria de Italia. Pero la supremacía de esa lengua no anuló, al menos no del todo, esos lenguajes que hasta el siglo pasado pertenecían a la gente del pueblo y en consecuencia denigrados, rechazados, en línea general, por el poder, sea cultural o político. No obstante, a pesar de todo eso, hasta ahora esos lenguajes existen y resisten. No quiero hacer aquí un tratado sociológico, pero de hecho la situación es esta: junto a una lengua “italiana” se han entramado otras lenguas con las cuales el pueblo se expresaba y de las cuales sobre todo los poetas han creado un modo específico de escribir y describir. Son en estas raíces que fundan sus versos los poetas aquí presentados. Para decirla, con Lucio Pallavera, director del “Cittadino” de Lodi “dentro del alma del pueblo hay una mezcolanza de historia y tradiciones, de tenacidad y religiosidad, de modos de vivir y de gustar la vida”. Y este alma se expresa con el propio lenguaje que nosotros llamamos, también indebidamente, dialecto. ¿Porqué digo indebidamente? Porque el dialecto ha sido siempre considerado, hasta hace poco tiempo atrás, un modo ”inferior” de expresión. Y ahí está el equívoco. Como modo expresivo, el dialecto es una verdadera lengua propia.Quien conoce un poco de literatura italiana sabe cómo el choque entre el dialecto y el italiano ha sido muy recio, sobretodo a partir de los finales del setecientos. Y sabe también, las respuestas que los distintos intelectuales han dado para defender o para denigrar al dialecto. Pero sabe también, que la literatura italiana ha tenido en el cuatrocientos un periodo elitista: fue el fenómeno del así denominado “humanismo”. En aquel momento se rompió el vínculo: la cultura -y por lo tanto la lengua con la cual dicha cultura se transmitía-, se convirtió en recurso de pocos y para pocos. Ya Darío Fo había notado una símil fractura llevada adelante con desenvoltura por la cultura oficial. Véase su comentario al poema que hizo de Ciullo d’Alcamo (Ciullo (*) y no traducido Cielo como reportan en gran parte de los textos escolásticos, quizás llevados por un pudor incomprensible). Estaba diciendo que el humanismo reconoce sólo la propia producción, rechazando rotundamente todo lo que proviene del mundo campesino y popular. Que de todas maneras crea propias canciones, poesías, fábulas y sobre todo, un teatro propio. Digo, sobre todo, porque el teatro, por naturaleza es un elemento mas conocido a nivel dialectal (será por eso que Croce negó siempre la posiblidad de una estética teatral). Ruzzante, Carlo María Maggi, Francesco de Lemene, el mismo Goldoni, son autores teatrales que han hecho del dialecto un rasgo tópico de su creación. No se pueden olvidar poetas que, dando las espaldas a los varios imitadores serviles de Petrarca, supieron imponerse con sus obras. Considerar estos fuera de la literatura o pertenecientes, como se solía decir, a una literatura menor, me parece ciego y fuera de razón. La historia ha seguido su curso. Y nos ha restituido un Belli , un Di Giacomo, un Porta, un Viviani, un Marini. La lista es larga y casi seguramente, iguala o puede ser que supere la de los poetas del idioma hegemónico.
Y es por eso, que hoy presentamos cinco poetas dialectales -cuatro lombardos, un campanés- y un comediógrafo de la misma región, mancomunados de los mismos deseos e intereses en contar, indagar y descubrir aquello que hay en si mismos y lo que hay en el mundo. Ciertamente las palabras son simples. Pero manifiestan concretamente su verdad. Los términos altisonantes y áulicos se lo dejamos al mundo académico- a ese mundo que sigue avanzando en nombre de una cultura que no representa a la gente del pueblo: un mundo autoreferencial, críptico, que parece hacerlo exprofeso para que no se les comprenda. Gia Balestriere, defendiendo el uso del dialecto en la literatura, justamente afirma: “A mi me parece que el arte de hablar bien es aquel que se hace entender...”
Y aquí termino. Juzguen, los lectores la autenticidad de estas reflexiones.

traduzione: Martha Bello
(*) “Ciullo”: en lenguaje popular significa también, el miembro genital masculino

salud y poesía!

enhorabuena por esta hijita de la imaginación marginal comunitaria!
albricias por esta niñita que echa a andar en un mundo de electrones
apasionados!
auguri per questa avventura senza frontiere!
libertad a los libres, poeti nomadi!
dí con ella y ella dió conmigo, como diría un anciano gnóstico
abrió sus puertas y entré a la soledad de las estepas, como escribió en el
cielo rené daumal
fuí a río de janeiro y subí a la tour eiffel
en parís visité el pao de azúcar
crucé el desierto de gobbi en una piragua coreana
en patinete floté sobre el río amazonas que desembocó en el mar rojo
todos errores toponímicos transgresiones de las guías de viajes para
turistas
ni ser ni verne ni verme
reconocer y autorizar a la mano que escribe como un pie
y al pie que recorre el mundo como una mano tersa
tersa y terza
sólo poetas nómades y vivos
quien acate con cordialidad los principios del primer manifiesto del 2000 en
luino
y no venga de visita sino que acceda para quedarse
vivos radicalmente hasta aceptar que el poema aún no ha sido escrito
que se puede escribir más allá del lenguaje
más allá de las máquinas que piensan y analizan y le dicen a la policía lo
que el poeta calla
más allá de los bolígrafos y las plumas-fuente y las olivetti llamadas
monika olympia
cualquier utensilio que raspe arado tenedor clavo que raspe la tierra y la
haga sangrar versos
azada martillo hoz por supuesto y cadenas rotas y lazos cortados
"y boletos rotos
ruinas"
como lúcidamente lo dejó escrito gianni siccardi
un espacio que sea tiempo
(sin que necesariamente el tiempo sea espacio)
un sueño infantil de llegar al corazón de todos desde la cabeza atormentada
de un adulto
una niñez que dura persiste insiste se perpetúa buscando dormir
sencillamente
dormir rodeado de palabras
que sueñan
antitanáticas antifúnebres antinecróticas
tener sueños sólo traducibles en verbo coloreado blancoynegro como filmes
viejos
sepias de los marrones de las capillas de los conventos liberados de
cualquier dios
atravesando a buda a krishna a moisés a cristo a mahoma
parlantes con deseos de andar la nueva era la nueva viña machacando las uvas
del rencor
lengüeros que encuentren al world trade center en el rincón más florido de
los jardines de babilonia
otra vez una vez más

Poni Micharvegas

Amo la parola nomade

Amo la parola nomade. Ed è un amore non corrisposto perché nonostante mi sentirei grato di fregiarmi dell’appellativo di nomade sono sempre riuscito, colpevolmente, a cavarmene fuori. I perché sono tanti e vari, ma ripeto, io amo la parola nomade. Essere nomade è uno stato di grazia temporaneo. Anche essere poeta nomade è uno stato di grazia. La grazia a sua volta è latitante, divina o umana che sia.
Il nome poeti nomadi spiega la poesia come va vissuta necessariamente oggi, su una linea incerta di confine e in un territorio che non esiste più, fuori dalle cose a portata di mano, anzi del tutto fuori mano. E pensare a quante cose si vedono da una linea di confine: è uno stare in bilico sospesi, comunque uno stare, ed un giudicare soprattutto. E giudicare, scegliere il confine del bene e del male fa poesia oggi.
Non c’è più l’etica sacra, certa e intangibile; sopravvive con la poesia quella profana, se la poesia sopravvive e continua a dire della vita, se non coltiva orti impermeabili.

Alessio Magnani

El día de la rassa

Estamos cerca, casi días
De la celebración,
Que un almanaque español
Señala como el día de la hispanidad.
Esto es simbólico, a lo sumo una costumbre
Como la mayoría de los actos
Que los seres intercambian,
Digo, sin estrellarse mucho, sin artilugios
El día pasará será celebrado, oficialmente,
No pondrán la bandera a media asta?.
Es casi seguro que habrá misas,
Que no cuestionarán las parcelas
De la tierra, que es la única explicación
Que el ser ha logrado sustentar, tentar,
Y lograr acopio de esos bienes. Es probable
Que celebremos, me excluyo, ese día
Como un acto de civilidad; hasta Freud
Estaba de acuerdo. Nadie podrá incorporar
A la memoria de Freud, otros conceptos,
Otros hechos, relatar lo ocurrido,
Que en muy pocos casos las costumbres,
Son desplazadas y da lugar a la verdad,
Tan cuestionada, tan pobre en sus consecuencias
De resultados que comprobados y aseverados
No dejan de estar presente en la superficie de los hechos,
Si querés llamalo memoria, anterior al nazismo,
Pero tan pródigo, tan exterminador y tan siniestro
Que nadie lo recuerda, los que tienen esa voz
No hablan, esa es su venganza, la culpa redonda
Que cada ser lleva en su inconsciencia, como amores
Como verdad o conocimiento que en cuanto lo es
Se parece muy poco a las celebraciones, tan caras.
Tan predispuestas a no cuestionar la propiedad,
La carencia de los dueños, que no tenían dueños
A lo sumo dioses parientes de los seres.
Es un buen día para señalar a los parientes
De la hispanidad. Que yo no celebro, más
Me he creado ese día, como un día de luto y lucha,
Por lo menos para mí mismo. Ese día es para mí
El día de las etnias, y no es sólo eso, es el día
Que me conjuro a mí mismo a seguir luchando,
En un mundo de ciegos que no quieren oír
El silencio que está lleno de buenas costumbres
Y que para ellos es nada más que una hilaridad
De ese silencio. Quizá Valle Inclan, algún otro
Que descrea de la ley de la soberbia y de la propiedad,
Que ni en términos religiosos puede ser explicada-
A no ser una bondad de la cultura que excluye a los más
Que explicada como ambición y competencia, no pueden
Dejar de relacionar los males con el poder. Pero no
Con la propiedad la enajenación y el dominio
Que son los pilares de la ignorancia. Toda cultura
Termina siendo segregada, asimilado por los dones-
De una sapiencia, que no es saber, sino cultura
De las relaciones que la propiedad propone, embelesamiento
Donde ya ni Darwin puede explicarse. Era más humilde
Einstein. Cuando señalaba la armonía del universo,
Ente y saber que en cuanto se conoce más se interroga más
A lo sumo lo que se identifica es un ser político que segrega
Tanto en cultura como en su religiosidad y que de esos
Placeres se han destinado como unos pocos o deseares
De esa plañidera desesperanza. A lo sumo costumbre
Y deseo como apropiación del otro y de su terreno.
Sólo la superficie de la tierra, la carótida hasta donde llega
El arado padre o los ladrillos del buen vecino que no puede excluirse
De la animalidad razonable que las que llamamos fieras no padecen.
Ghetos, lugares del vino pobre, desheredados, inanimados,
En cualquier lugar del planeta, son el reaseguro que la cultura
Debe ser cuestionada, en cuanto se excluya y nombre a dios
O su ausencia, como un bien a su favor, una bota o una estaca
Primordiales lugares, que no hacen resoplar. Y que lo único que aspira
Un bienestar, no será posible si lo que llamamos cultura no sitúa
El lugar de la enfermedad en un lugar que no necesariamente
Debe ser electoral, porque la tontería de las ostentaciones,
Los entusiasmos, son trampas que la ilustración y el saber
No pueden dejar de ostentar. Buenas costumbres, buenas maneras
En que se ejerce la prioridad del alimento. Si dijésemos, cordialidad,
Recepción del deseo y comprensión de la diversidad. Cambiaría no sólo
La ley que es pareja para todos, menos para quien detenta la ley,
Lugar político, que obliga a no exponerse a no negar esa inercia
Que nos expulsa, que nos hace cobijar, en el único lugar hasta ahora
Posible, el lugar de la sobrevivencia. Y de las muertes que son agregadas
Diarios a los que los sabihondos lo toman como una fatalidad, como un mal menor.
De esos males menores, y de esos silencios esta configurado
El exterminio actual. Yo creo que por lo menos los intelectuales
De mi país, como un remedio menor a sus costumbres
Deberían protestar y dar lugar a las chicas que laburan en la calle.
Es por lo menos un buen razonamiento. Y una disculpa.

José Peroni

Manifesto

Forse eravamo solo in venticinque, in tutta Europa, a credere nella poesia. Ma non sapevamo perché. O cosa fosse. Una nostra creatura, un'amante, la morte?
Intanto, i più ci assalivano deridendoci e beffandoci per la nostra pazza ostinazione.
Era notte. Una di quelle notti invernali piene di gelo. Da rimanere al caldo, sotto il piumone amico, tra le gambe invitanti di una donna.
Ci sporgemmo invece dalla balaustra del balcone. E sentimmo il fragore secco delle contraeree passare sulle nostre teste. Vedemmo gli Skud e i Patriot scontrarsi e annullarsi a vicenda. Udimmo l'affanno dei mezzi busti televisivi che annunciavano la guerra.
E crollarono i muri. L'odio divenne amicizia e l'amicizia odio. E dentro l'anima un fuoco: simile al Sud Africa o alle pareli di quella casa di Germania, dove una famiglia turca veniva bruciata viva. Il fuoco ce lo portavamo addosso noi e non eravamo in grado di spegnerlo.
Non riuscivamo nemmeno a comunicare. E la notte era sempre più gelida. Qualcuno dei nostri moriva. In quanti saremmo rimasti di li a un po'? Se urlavamo, nessuno dava retta al nostro grido.
"Produzione, efficienza, consumo": questo era il patto di sopravvivenza. Mentre noi eravamo accusati di inefficienza, ozio e passività. Chi ci poteva ascoltare? In seguito, udimmo un blues provenire dal fondo della strada. Quattro, cinque suonatori avanzavano verso di noi cadenzando le note col corpo. C'era un odore strano nella via. Come di frittelle bruciate, o caldarroste alla festa del paese. Il sassofonista guardò verso di noi. E ci sorrise. Poi non capimmo più nulla.
Il canto di un muezzim si accordava alla melodia di un rabbino. Un bianco lavava i piedi ad un nero. E un bramino s'accompagnava ad un paria. Questo vedemmo. E fu come se il sole improvvisamente nascesse ad occidente o il deserto si popolasse di foreste impenetrabili.
Fu allora che conoscemmo il valore della poesia. Ma che cosa fosse, perché ci fosse e perché avesse contagialo noi, questo non lo sapemmo. Nonostante ciò, ne andavamo fieri. Sebbene ancora i più, qui in Europa, continuassero a sbeffeggiarsi di noi. Avevamo altri luoghi, altri tempi, altre storie da raccontare. Consapevoli, questa volta, però, di non essere soltanto in venticinque dannati.
Oltre Oceano, oltre il Bosforo, oltre le città imperiali, qualcuno, come noi maledetto, ci stava ad ascoltare. Perché era anche di loro che noi raccontavamo. E ciò bastava per poter proseguire nel nostro cammino.
Così raccogliemmo il drogato e lo zingaro: e li proteggemmo. Togliemmo l'embargo a Cuba e all'Iraq. Stringemmo un patto d'amicizia con il popolo di Palestina e d'Israele. Pregammo Allah, Budda e Gesù Cristo. Ma credemmo soprattutto nell'uomo.
Perché è all'uomo che noi guardammo. Fuori dal suo borgo natio. Fuori dalla sua religione. Fuori dal suo particolare. Stavamo conducendo una battaglia di retroguardia. Certo. Ma decidemmo di proseguire ugualmente. Continuando, nel frattempo, a coltivare speranze sul monte della Focide. Nessuno poteva distrarci con seduzioni. Di qualsiasi genere.
E non ci demmo per vinti. Tutt'altro. Sfidammo in continuazione il comune senso del pudore. E tenacemente someggiammo fiori per il simulacro di Parnaso.
Inaudito.
Carmina non dant panem . Avvertivano i latini. E quel detto riassunse i nostri capricci. In particolar modo qui da noi, in occidente, dove metro per tutto erano il consumo e il denaro. Tuttavia, caparbia mente, ci incaponimmo nel produrre poesia, pur avendo la maggioranza contro.
Riflettemmo.
Esistevano ancora i poeti? Forse no. Forse Tien An Men li aveva intimoriti. Eppure, in qualche stagione dell'anno si poteva ancora volare sui liberi cieli del mondo. E visitare Ankara o Pechino. Scalare l'Himalaia e saggiare le profondità delle Maldive.
Ma chi osava affacciarsi su Stonehenge? Chi dissacrare Dioniso e i riti woo doo?
Il poeta forse? In fondo, la civiltà nostra, scoprimmo, era stata definitivamente sepolta. Portato a termine il suo ciclo di decadenza. Se ci fossimo attardati fra le sue calli, ne saremmo stati di lì a poco travolti.
Riflettemmo.
Non valeva la pena ritirarsi in un nostro, tranquillo, piacevole e soporifero ghetto. Non avremmo potuto produrre nulla, lo stesso. E la nostra creazione sarebbe stata un immortale aborto. Ammessa l'immortalità dell'opera poetica. Non erano quelli i nostri desideri, le nostre mire, le nostre aspirazioni.
L'incubo della sera, con il tocco del campanile paesano, non lo paventavamo più di quel tanto. Ma il caos delle città, la nevrosi dei minuti secondi, il successo: questi misuravano la nostra capacità di resistenza. E fummo di nuovo sopraffatti. Ci sorpresero le bombe, sia pure intelligenti. Le truppe dell'ONU. Aidid e la Somalia. Lo sterminio degli indios Chapas. La pulizia etnica e lo stupro sul tram. L'eritreo dato alle fiamme, una notte d'estate, alla stazione Termini di Roma: per gioco. L'avversario politico sodomizzato.
Riflettemmo.
L'illusione, intanto, si era inesorabilmente radicata nel nostro animo. Col passo del tempo. E della morte.
Il diosesso
in un fremilo di viscere quando
sogni prestano incubi di sensi
e giaci
avvinghiata carne
e il rimpianto ti morde la coscienza
ma - sai - l'ebbrezza è solo qui
 
il dioepulone
che l'ago non passa per la cruna
(ma sono balle)
con gobbe sazie vanto di potenza
godi
chiudendo gli occhi alla miseria
briciole scansando alla pietà
 
il diomaschera
che metti sugli stemmi
o sul petto
da baciare per la donna da incantare
(ritmo nella notte discodanza)
o sui pulpiti madonne pellegrine
perché tutti lo si possa contemplare
il diotivù
dell'audience e dei sondaggi
slogans e canzoni
lacrimegioiose
e rambo fra amori di novelas
isteriche bambine
di prìncipi gaudenti
 
il dioassassino
nel regno di favelas e trapianti
mentre il dies irae intona
carnevalando a Rio
e susurra
senza arrossire una colomba
e profundis e requiem in aeterno
 
il dioguerra
pregno di mine e bombe intelligenti
onnipotente nell'odio delle genti
consacrato
in particella di napalm
tribùrazza da esaltare
o in campi di sterminio estirpare
incontrastati dei
hanno ripreso a comandare
e noi beati
- sursum corda -
a subire
per riscoprire che tra i morti
oggi il necrologio
avanza
   i nostri nomi.

ENEA BIUMI


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