agustin garcia calvo - eneabiumi

Vai ai contenuti

agustin garcia calvo

 AGUSTÍN GARCÍA CALVO


Agustín García Calvo (Zamora, 15 de octubre de 1926 - ibídem, 1 de noviembre de 2012)1 fue un gramático, poeta, dramaturgo, ensayista, traductor y pensador español.



Al despertar, me rebullían las sienes / y algo me dijo restregar las legañas / “Y hacia el Lucero por la senda enseguida / échate andar”. Hacia el Lucero he corrido / monte y llanura. A medio día, sudoso / entré en el pueblo; pero no preguntaba / dónde el mesón, sino que dónde la escuela; / ah, pero el tísico maestro casposo / nada sabia. Y otra vez la camino / hacia el Lucero. He peleado diez años; / traigo rajada la rodela de bronce, / roma la lanza. Y, al caer de la noche / sólo dos versos he leído en la arena: / “Es bueno todo lo que hagas con gracia: / no todo falso lo que digas mintiendo.”
De por 1952 desde 26 de Mayo de 2008
 

Dibujo: Poni Micharvegas, Madrid (1987)
Esta entrevista a Agustín García Calvo realizada por Poni Micharvegas en Madrid, debió
ser publicada en la revista “Fin de Siglo” en Buenos Aires. Por razones técnicas no fue
editada y la recuperamos ahora – más de veinte años después –, ya que el pensamiento
de AGC mantiene su fuerza y lucidez vigentes.

Agustín García Calvo
“El Poder falsifica la Realidad ”

Si hay un hacedor vital, eficazmente crítico, en la España actual
mortificada por su aguda transculturación anglosajona, ese hombre es
Agustín García Calvo (Zamora, 1927). Poeta, lingüista, semiólogo, autor
de canciones testimoniales, recurrente lector en voz alta de los filósofos
presocráticos, dramaturgo y traductor de Sade y Shakespeare,
de Aristófanes y Sófocles o del inusitado compositor George Brassens,
AGC conversó – a la luz de la aparición de su poemario “Valorio 42 veces” –
con Poni Micharvegas en marzo pasado. El autor de “Sermón de ser y no ser”
(que en 1984 alcanzó la 5ª edición) expuso con la ácida transparencia
que le es habitual su posicionamiento con respecto a la poesía, el lenguaje,
la filosofía y la función reveladora de la razón en graves momentos
de reflujo de todas estas disciplinas, bajo el predominio de una Ciencia
cada vez más pegada a los intereses del Poder de los Estados
y más alejada de los esenciales problemas contradictorios del Ser.
Los dibujos que acompañan la nota, fueron realizados por Micharvegas
En junio de este año, mientras AGC conferenciaba sobre “Funciones sociales
de la Historia” en la inauguración de un ateneo anarquista en el barrio
de Lavapiés, en Madrid.

“Valorio 42 veces” es un libro especial, apasionado. Recoge poemas
que abarcan 42 años de persistencia lírica, desde 1943 – cuando sólo tengo
16 años – hasta el 85. Allí doy muestras de muy diversos ensayos
de técnica poética. Al resultado le llamo poesía impura, haciendo un poco
sorna de aquellos años pasados, cuando en España se hablaba
de poesía pura. Me gusta llamarla así: poesía impura. O poesía política.
No porque piense que la otra, la lírica más descuidada o menos intencional,
no sea política. Le atribuyo esta condición a cualquier producción poética
en cuanto es una denuncia del falso Orden de la Realidad imperante.
Esta sería mi cara lírica de esa otra búsqueda raciocinante del pensamiento
lógico: como dos medios contrapuestos, pero al fin colaboradores,
en el ataque contra el Poder y, por lo tanto, contra la Idea de Realidad
que se le impone a las poblaciones. Valorio es una muestra de intentos
continuamente renovados, tanto en las técnicas del ritmo como de todas 
aquellas inquietudes formales 
que le atañen a la poesía. Esto es parte
de la vida. Esa parte asible de la vida que es lo que se hace
y por la que siento placer. Y lo más importante: si bien esto es algo
también otras cosas me demandan con intensidad y sigo viviendo disperso
como a lo largo de los años he estado. La poesía, sí. Pero también
el pensamiento, la política ( que no es esa que hacen los políticos
sino la que intenta ser todo lo contrario), y la filología y la lingüística
y la gramática, y el teatro y la canción, es decir: no resignándome a que 
la poesía quede reducida al libro sino que siga siendo algo que suene en el aire
y pueda servirle a la gente corriente para algo. Sospecho que esto no sucede
con la poesía literaria, que no sirve más que para hacer Cultura y hacerse
Cultos, lo contrario a lo que digo “servir para algo a la gente”.

En todo esto me auxilia mucho “Lucina”, nuestra editorial. ¿Autogestionaría?
No. Más bien una empresa artesanal donde todo el directorio
y todo el personal es mi hijo mayor. Es un intento que lleva 7 años de marcha,
después de haber publicado en múltiples editoriales y no haberme quedado
satisfecho del todo la mayor parte de las veces. En ese tiempo hemos dado
23 títulos, todos centrados sobre mi quehacer. Y sobre todo, esta manera
de publicar – que es publicar como por lo bajo –, me permite estar
en este ten-con-ten que es no acabar de entrar con todo en el Reino
de la Cultura (a la que tanto odio) como parte integral, y a la vez
cada vez más importante, del aparato del Estado y el Capital, y por otro lado,
no dejar entrar del todo. Esto es lo que intento practicar como táctica
o como política frente a esa Cultura en todos estos años. “Lucina” viene
a formar parte de este posicionamiento.
La canción popular, a la que en nuestros años de dictadura encontramos
reducida a unos niveles de estupidez casi sangrientos, era incomparable
en su inanidad a la canción o el cuplé de nuestros abuelos. Mis primeros
intentos de romper con aquella separación poesía literaria/canción popular
los hice, allá por los años 65 o 66, con Chicho Sánchez Ferlosio. Él empezó
a componer, con algunas de las letras de canción que yo le daba,
unas músicas muy ingeniosas, algunas de las cuales todavía están vivas.
Otras letras me las musicó luego un intérprete y compositor de más éxito,
Amancio Prada. Ya las compuestas por él o las que recogió de las musicadas
por Chicho, son hoy un hermosos testimonio de aquel tiempo. “Josefa García”,
tan traída y llevada, tan noble canción, recordaba el pésimo momento
de las cárceles del 68, cuando ya llevábamos aquí más de 3 años
de revuelta estudiantil y sus penosas consecuencias represivas.
Fue en el 65 cuando empezó el llamado “pronunciamiento estudiantil”
en todas partes del mundo. Ese año comenzó la cosa en California.
Y aquí en España, en pequeño, surgieron las manifestaciones de estudiantes:
febrero del 65. Yo me encontré en aquel desorden como en mi casa,
como en la casa más ordenada. Jornadas bastante gloriosas dentro
de la modestia y las consecuencias penosas posteriores. Aunque
la dictadura ya estaba de capa caída subsistía enérgica en sus aspectos
policiales. A José Luis Aranguren, a Enrique Tierno Galván (quien luego
fuera Alcalde de Madrid con el PSOE y fallecido hace poco) y a mí, 
nos hicieron un juicio académico por nuestra participación. Nos echaron
de nuestras cátedras para siempre. Aranguren era profesor de Ética
en la Universidad Complutense. Yo era, como soy ahora, profesor
de Filología Latina, en la misma Universidad. Tierno Galván estaba
en su cátedra de Derecho Político, en Salamanca, y viajó a Madrid
– un poco más tarde – para acompañarnos y hacer causa común.
También fue expulsado Santiago Montero, profesor de Historia Antigua.
Y otro profesor fue castigado con exclusión del cargo por dos años.
Resistí, en situación precaria, hasta el 69, con un centro de estudios libre
Que se abrió por la calle del Desengaño, al pie de la Telefónica. Preparaba
Oposiciones de Griego y Latín y, además, dando clases de lecturas
de los presocráticos. Como todo esto estaba muy mezclado con numerosas
detenciones policiales ( una vez llegué a pasar hasta 15 días en los calabozos
de la Dirección General de Seguridad) dejé España y me fui a París.
En noviembre del 76, al año de la muere del dictador, regresé después
De analizarlo mucho. Paría me resultaba una ciudad muy atractiva
Para mi trabajo. Recuerdo las aulas que nos prestaban en al Sorbona
Para hacer nuestras lecturas. O la desoladora Facultad de Ciencias
de Jussieu o los bajos del café “La Boule d’Or” o los jardincillos
de detrás de Notre Dame, donde con un grupo de amigos y curiosos
leíamos de viva voz a los presocráticos: Zenón, Parménides, Heráclito.
Al retornar, el nuevo gobierno había anulado los decretos de expulsión
y nos devolvieron la cátedra, de las que nos habían “echado para siempre”.
El sistema de una lengua y de la lengua en general, están en una instancia
que llamaría Subconsciente, utilizando este término freudiano al que se le hace
equivaler con Preconsciente. Designa aquel sitio donde va a parar
lo que ha sido consciente y ha tenido que olvidarse de Consciencia.
En el caso típico de Freud, por razones de censura. En el del lenguaje, no.
El lenguaje funciona bien cuando no se es consciente de él. Estaríamos
perdidos si cada uno tuviera que tener consciencia de todo lo que sabemos
de gramática en el momento que estamos hablando. A través de ello,
lo que está por debajo (lo que no tiene nombre ni debiera tenerlo nunca
ni Freud tendría que habérselo dado ni nada), puede encontrar como salidas,
como brotes. Esa ruptura puede servir de expresión a lo que viene de allá
de donde no sabemos. El lenguaje está lleno de contradicciones. Por ejemplo:
la contradicción entre finito y no finito. La gramática de una lengua
es un sistema casi geométrico, donde el número de problemas está determinado, computado.
 El vocabulario semántico, por el contrario,
no está cerrado, no es finito. Y no hay que olvidar que la poesía, la lírica,
está condenada a muchos de estos últimos azares y que escapa a cualquier
pretensión de control personal. Cuando uno acierta con el poema
(si es que acierta) es casi por ventura. Cuando se acierta, no es uno
el que habla sino el lenguaje mismo. Para llegar a este acierto, a ese abandono
de uno mismo (a esa dejación de la persona que estropea y estorba todo),
el autor debe cautivarse a pesar de él por las gracias y contradicciones
que están en el lenguaje mismo.
Jugar con el lenguaje es jugar con el Tiempo. Poesía implica una denuncia
del Tiempo dominante, manipulado, impuesto. El Tiempo debiera ser
aquella cosa inasible que, por lo tanto, no puede concebirse ni traducirse
a Idea. Sin embargo, se usa, se vende, se fragua. La Banca y el Estado
lo necesitan como Idea, como algo reducido a espacio. Y ésta es
una de las principales formas de falsificación. De obtención de eso
que llaman Realidad y que como tal se nos vende. La poesía podría
hacer algo como desgarrones en esa ideación sistemática del Tiempo
(y, por tanto, de la Realidad toda) que fueran como vislumbres
de esa falsificación. Imagino las formas más avanzadas del Capital
en las que el dinero es Crédito y un juego con el Futuro. ¿Cómo podría
imaginarse una Banca sino es con el Futuro perfectamente especializado?
También el pensamiento lógico, que es tan opuesto a la Ciencia
como lo es a la poesía, a la literatura, puede colaborar por sus vías
al desnudamiento de esta falsificación, de esta “creencia”, de esta “Idea”
de la Realidad.

La única forma actual de filosofía importante, influyente, es la Ciencia misma.
Con la Física a la cabeza. Aquí tengo mucho de qué quejarme en comparación
con lo que uno recuerda de los años 20. Eso que se sigue llamando filosofía
es una cosa relativamente miserable. Ni pretende hacer competencia
con la Ciencia, ni puede. Trata de elaborar pequeñas parcelas que le parecen
reservadas, que quedan fuera de la especialización científica. Incluso aquello
de querer ser una Ciencia de las Ciencias, una Epistemología, parece
que lo tienen abandonado. Esto lo amplió a la política también. No veo la razón
raciocinante levantarse en armas contra la política de los políticos. En los casos
mejor intencionados se dedica a defender causas perdidas y muy estimables
o a recordar a los pueblos hambrientos del injuriosamente llamado
Tercer Mundo o rememorar la situación agónica de los marginados,
pero sin entrar a fondo en cómo esos fenómenos implican una denuncia
del Orden General.

Poni Micharvegas , Madrid / 1987


IX

No sé qué quiere decir
el jilguero en la rama,
el guijarro en el agua,
el rocío en la malva,
en el cielo la nube blanca,
no sé, de veras, amiga,
no sé qué quiere decir.
No sé que dice tu brazo
ondeando en el aire
ni tus ojos nublándose
ni tu boca anhelante
ni tu blanca nuca negándome,
no sé, de veras,
no sé qué quiere decir.
Y aunque lo llamen amor,
este estarse mirando,
esta mano en la mano,
este látigo manso,
este vértigo de los años,
no sé,
no sé qué quiere decir.

1984 para 1951

XXVIII

¡Eya oh!
Para danzar en las eras, hermana,
no esperes a la fiesta,
¡eya!
ni las lágrimas que para mí guardes
las guardes hasta que me muera.
¡Ópopoy ea!
Nada quieren decir los amores,
música sin letra.
Pero ay del amor de recluta
que del cuartel merdoso solicita
permisos y licencia.
Pero ay del amor que en la fábrica
día tras día
se va ganando
y para el Sábado se reserva.
Lo que tiene su fecha roja
en la hoja del calendario
tiene su precio en el mercado, tiene
en la banca su cuenta.

¡Eya! Oh!
Para danzar en las eras, hermana,
no esperes a la fiesta,
¡eya!
ni las lágrimas que para mí guardes
las guardes hasta que me muera.
¡Ópopoy ea!
Que no puede en el mundo haber blanca
mientras haya negra.
Mírala la riqueza, amasada
con sangre de los pobres, ella misma
preñada de pobreza.
Mírala la moneda de oro, que
lleva en su centro
el agujero
que taladró la miseria en ella.
Que la noche de día duerme
y en la noche vigila el día,
y lo que sueñen los obreros sólo
es trabajo a la inversa.
¡Eya oh!
Para danzar en las eras, hermana,
no esperes a la fiesta,
¡eya!
ni las lágrimas que para mí guardes
las guardes hasta que me muera.
¡Ópopoy ea!

Y si el tiempo es el rey de la vida,
Muera el rey y muera.
Oh que sí, que si sale a destiempo
la primavera por el túnel, puede
que sea primavera.
Oh que sí, que si llueven tus lágrimas
cuando tus ojos
estén más verdes,
las beberé como agüita buena.
Que los días se comen unos
a los otros, y a fin de cuentas
los otros son los unos. Y por eso,
vida mía, mi prenda,
¡eya!
para danzar en la era florida
no esperes a la fiesta
ni las lágrimas que para mí guardes
las guardes hasta que me muera


XXXVIII

¿Qué dices tú, jilguero,
jilguerillo en la rama alta,
que no te entiendo?
Al fondo de Valorio
donde se pierden los senderos,
me e sentaba junto al remanso,
y allí lo veo
a la punta de abajo
del álamo del espejo
tiritando del sol
del agua quebrada,
puntito incierto,
burujillo de hebritas pardas,
posado jilguero;
y al mismo momento,
de arriba lo oigo
gorjear en el cielo.
¿Qué dices tú,
que no te entiendo?
Música se te vuelve el frío
el frío, el miedo;
la sangrecita en la gorja
se te hace acento.
Con lo poquito que eres,
¡cuánto misterio!
¿Morirás de heladas tardías?
Ya estás muriendo:
muertecita sin fin
es lo que canta
en tu gorgojeo.
¿Qué dices que no sé,
pájaro parlero?
Ah, cuántos y cuántos
habrás sido tú,
alas, picos, huevos,
niditos, amores,
jilguerillos nuevos,
desde aquel día
en que te oyeron
mi niño y su amiga
tendidos bajo el álamo
tembloriento!
¡Ah, cuántas veces
no habrás tú muerto
durante este mismo
rápido largo tiempo
que yo aquí posado,
la novia antigua lejos,
vamos de sol a sol
envejeciendo!
¿Qué dices, jilguero,
jilguerillo en la rama,
jilguerillo en el agua honda, que no lo entiendo?
Déjame que traduzca
en estos mudos versos
tu trino de lo alto,
tu grito secreto,
para que a ella
se lo lleven correos
y que lo lean
sus ojos verdaderos,
y que oiga, que oiga,
jilguerillo, jilguero,
en el sol temblante
del arroyo, el trino
de este mismo momento.

1980

Dos canciones

Letras: Agustín García Calvo
Músicas: Chicho Sánchez Ferlosio

A CONTRATIEMPO

Caravelas de Colón,
todavía estáis a tiempo:
antes que el día os coja
virad en redondo presto, presto;
tirad de escotas y velas,
pegadle al timón un vuelco
y de cara a la mañana
desandad el derrotero.
¡Atrás, a contratiempo!

Mirad que ya os lo aviso,
mirad que os lo prevengo:
que vais a dar con un mundo
que se llama el mundo nuevo, nuevo,
que va a hacer redondo el mundo
como manda Tolomeo
para que siga girando
desde lo mismo a lo mesmo.
¡Atrás, a contratiempo!

Por delante de la costa
cuelga un muro de silencio;
si lo rompéis, chocaréis
con terremotos de hierro, hierro,
agua irisada de grasas
y rompeolas de huesos:
de fruta de cabecitas
veréis los árboles llenos.
¡Atrás, a contratiempo!

A orza, a orza, palomas,
huid a vela y a remo,
que el mundo que vais a hacer
más os valiera no verlo, verlo:
hay montes de cartón piedra,
ríos calientes de sebo,
arañas de veinte codos,
sierpes que vomitan fuego.
¡Atrás, a contratiempo!

Llueve azufre y llueve tinta
sobre selvas de cemento;
chillan, colgadas en jaulas,
crías de mono sin pelo, pelo;
los indios pata de goma,
acorazados de acero,
por caminos de betún
ruedan rápidos y serios.
¡Atrás, a contratiempo!
Por las calles trepidantes
ruge el león del desierto;
por bóvedas de luz blanca
revuelan pájaros ciegos, ciegos;
hay un plátano gigante
en medio del cementerio
que echa por hojas papeles
marcados de cifra y sello.
¡Atrás, a contratiempo!

Sobre pirámides rotas
alzan altares de hielo
y adoran a un dios de plomo
con dientes de oro negros, negros:
con sacrificios humanos
aplacan al dios del miedo,
corazoncitos azules
sacan vivos de los pechos.
¡Atrás, a contratiempo!

Trazan a tiros los barrios,
a escuadra parten lo s pueblos;
se juntan para estar solos,
se mueven para estar quietos, quietos;
al avanzar a la muerte
allí lo llaman progreso:
por túneles y cañones
sopla enloquecido el tiempo.
¡Atrás, a contratiempo!

Por eso, carabelitas,
oíd si podéis consejo:
no hagáis historia, que sólo
lo que está escrito está hecho, hecho;
con rumbo al sol que os nace
id el mapa recogiendo,
por el Mar de los Sargazos
tornad a Palos, el puerto.
¡Atrás, a contratiempo!

Monjitas arrepentidas
entrad en el astillero:
os desguacen armadores,
os coman salitre y muergos, muergos;
dormid de velas caídas
al son de los salineros
y un día, de peregrinas,
id a la sierra subiendo.
¡Atrás, a contratiempo!

Volved en Sierra de Gata
a crecer pinos y abetos:
criad hojas y resina
y hacedle burla a los vientos, vientos.
Allí el aire huele a vida,
se siente rodar el cielo
y en las noches de verano
cantan grillos y jilgueros.
¡Atrás, a contratiempo!

BALADA DE LAS PRISIONES DE VERANO 1968

En la trena lo tienen aún
a Jaime la prenda
de la buena compañía
en chirona está Paco Gil
que así se sonreía
y Miguel en Carabanchel
y en las Ventas las tres Marías
para Izquierdo, Aldecoa y Giral
y Emilio y David
son número los días
y también a la sombra está
Josefa García.
Los jueces como es natural
se van a la Toja
o si no a Fuenterrabía
su permiso irá a disfrutar
el blanco policía
la justicia descansa al sol
pero no muere todavía
mariscales, ministros y Dios
tostándose están
las panzas respectivas
y también a la sombra está
Josefa García.
La señora que va de bazar
jarrones, visillos
sábanas, mantelerías
la empleada el sábado al fin
el tren de cercanías
cada cual en su condición
todo el mundo a vivir su vida
y en el apartamento dos mil
con yelo y con yin
el disco se vacía
y también a la sombra está
Josefa García.
No están ni por fu, ni por fa
ni culpa ni causa
ni pasión ni ideología
sino porque guerra, la paz
porque la noche, día
por la misma razón que aún
cruje el arco y gime la lira
el peón que quedó sin jornal
aquella que ya
más flores no le envían
y por eso a la sombra está
Josefa García.


Porque llaman amor a la ley
y ley a la fuerza
y verdad a la mentira
y por eso el sol sabe a hiel
y el pan a cobardía
y los libros a muerto y
a sin sal la sabiduría
y los besos de hombre y mujer
a cal y el amor
a reja y celosía
desde que ella a la sombra está
Josefa García.
En el patio central del penal
hay una morera
que florece a mediodía
de palabra al vuelo que va
por esas galerías:
"Libertad no sabéis lo que es
pero sí penitenciaría".
El que quiera romper la prisión
que encuentre la luz
negando cielo arriba
que en el cielo Dios ya la sombra está
Josefa García.



Torna ai contenuti