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ESPERILIO BUTE

UN PINTOR AL MARGEN

El pasado viernes 16 de mayo de 2003, moría imprevistamente en Marbella
- ciudad, en la que residió estos últimos 30 años -,
el pintor Esperilio Bute, ”Chiche" Bute, o El Bute, a secas,
como era conocido vastamente en las capas artísticas
 latinoamericanas y europeas.

Nació un 18 de diciembre de 1931 en Villa Ibicuy, Gualeguaychú,
provincia de Entre Ríos, Argentina.
Su infancia estuvo marcada por una agitada niñez de traslados y nomadismo, precariedades e inestabilidad.
Ya en Buenos Aires, estudia pintura con Emilio Pettoruti,
 maestro fundador del modernismo plástico argentino.
Sus nociones de dibujo se las imparte Lajos Szalay, excepcional didacta, diseñador e ilustrador de origen húngaro y radicado en Argentina desde 1948.

Aproximaciones ideológicas con los temas de denuncia social
y gran admiración por el arte mural mexicano
- con su propuesta radical de un trabajo artístico adherente
a las necesidades populares y alejado de razones mercantiles y elitistas-,
en 1957, Bute participa en la fundación del "Movimiento Espartaco",
 integrado por jóvenes pintores:
su objetivo es llevar adelante una experiencia plástica
que implique a los observadores,
presentándoles códigos iconográficos sencillos
que contribuyan al desenmarañamiento de una realidad conflictiva y frustrante. 

Ricardo Carpani ( 1930 - 1997 ), Pascual di Bianco, Mario Mollari,
Juana Elena Diz, Juan Manuel Sánchez
(a los que se agregarían muy pronto
Gustavo Lara Torres y Carlos Alberto Sessano)
integran el activo grupo. Si bien de efímera vida   
(Carpani y di Bianco lo abandonan hacia 1961 ) "Movimiento Espartaco"
dejó una impronta indeleble en la historia del arte argentino comprometido.
Fue la matriz de la que partieron, en años posteriores,
expresiones más netas de un "arte de protesta" y de la obra artística concebida
como un "espacio de participación política" . Respuestas éticas y estéticas
al duro vaivén al que está sometida la sociedad argentina desde 1930: alternancias de golpes militares dictatoriales y gestiones civiles
paternalizadas y semidemocráticas. 

No sin cierta amargura, Bute arría, hacia 1967, los pabellones de un arte social. Comienza un largo periplo de viajes y estudios por países europeos:

Francia  (en París es testigo del mayo del 68: ¡la imaginación al poder! Y en la Ecòle de Montparnasse, sigue cursos de perfeccionamiento en grabado,
aunque detestará la producción de obras con carácter
de copia industrial o mecánicas ). 

En Italia, donde vive en Roma entre 1969 y 1970, frecuenta a colegas
ligados a la corriente figurativo-expresionista,
bajo la égida señera del Maestro Gutusso
 
En España, se acerca a los integrantes de "El Paso", por mediación de Manuel "El Ronco" Viola, a quien le une una honda y productiva amistad. 

Pero Bute se mantiene cauteloso
a un costado de la lucha en el mercado del arte y del trasiego de currículos, becas y premios o prerrogativas artísticas.
Este recelo a cualquier polución de la obra por intereses extraartísticos
es el que le da a su trayectoria sus rasgos de originalidad. 
Hipercriticismo e iconoclastia que le llevaron a posiciones
cada vez más aisladas, sin trastornar su enorme capacidad de trabajo
ni su perfeccionado hacer. Cercano al fenómeno poético,
ilustró libros de significativos escritores:
 Blaise Cendrars, William Blake, H. S. Lawrence, Enrique Molina, entre otros. 

En diciembre de 1992, al realizar una magistral muestra
de obras en blanco y negro
en la Galería "Manuela Vilches", de Marbella,
 escribí en el catálogo de mano:
“Las obras de Bute gozaron siempre de esa cualidad contundente
de una poderosa tensión contenida. Sus líneas, firmes y narrativas,
no tienen desperdicio. Y, sin embargo, todo está impregnado de asombro”
.
Jotta Rivera, su amigo y promotor, preparaba para junio próximo
una exposición retrospectiva que, ante estas irreversibles
circunstancias de duelo, se transformará en merecido homenaje póstumo
a este creador rebelde y singular, quien miró al mundo
desde la libertaria perspectiva esperanzada del hombre.

Poni MICHARVEGAS


Diz, Bute, Sessano, Sanchez y Mollari, 1961

VUELVE "ESPARTACO", EL GRUPO QUE METIÓ EL ARTE EN LOS SINDICATOS

RICARDO CARPANI: MUERTE DEL CHACHO PEŇALOZA, 1959
 
El perfil macizo de un obrero, sentado en ios lindes de la fábrica, articula una postal de la vacuidad. El metal y el azul-overol componen el color proletario. La pintura fue concluida en el 68 y su autor, Ricardo Carpani, la tituló: "Desocupado".
Título y obra adquieren una vigencia indeseada en la Argentina de 2004 y es por esto que la muestra del Grupo Espartaco se resignifíca.
Fue el último movimiento de arte político argentino y la exhibición pictórica que volvió a juntar a sus nueve integrantes -después de 36 anos- se expone desde ayer en el Museo de la Universidad Nacional Tres de Febrero, en Valentín Gómez 4828, de Caseros (de lunes a viernes de 11 a 20).

"Estoy viviendo esto con mucha emoción. Es volvernos a encontrar aunque haya ausencias físicas. En el momento en que comenzamos con esta idea hacer una pintura figurativa era como andar en un tranvía a caballo. Pero nosotros queríamos hacer un arte con compromiso político y social", dice Mario Mollari, uno
de los fundadores del grupo. 
También lo conformaron Esperilio Bute, Pascual Di Bianco, Juana Elena Diz, Raúl Lara Torrez, Juan Manuel Sánchez, Carlos Sessano y Franco Venturi. Entre las 54 obras de esta antología algunas de ellas nunca an-
tes habían sido expuestas y por primera vez se publica un catálogo monográfico completo.

Espartaco se disolvió en 1968 y fue necesario un esfuerzo extra de curaduría: las pinturas estaban dispersas, ya que la mayoría de los artistas se exilió en los 70 en Europa, Bolivia y Canadá. Según el crítico de arte y curador Alberto Giudici: "La irrupción del grupo fue un hito histórico. Aun cuando tenemos figuras ligadas a la política como Antonio Berni o Castagnino, ellos no actuaron como grupo. El único antecedente de formación de un movimiento de arte y política fue el de Espartaco, que difundió su ManifiestoXen 1959".
Entre las ausencias (Bute, Carpani,DiBianco),la deVenturini mereció un homenaje extra.
Según Giudid, "se trata del primer artista plástico desaparecido del país -febrero de 1976- y por eso tiene un lugar de homenajeado".

En su Manifiesto postularon:"De la pintura de caballete, como lujoso vicio solitario, hay que
pasar resueltamente al arte de masas, es decir, al arte". De allí sus temáticas: trabajadores industriales, campesinos, paisajes fabriles. Con Latinoamérica como telón de fondo de una geografía inconfundible. Y de esta forma fueron curadas las obras, no por autor, sino por temas.

En nuestro país, durante los 60, la apertura a los capitales externos trajo como consecuencia la quiebra de empresas nacionales. Desde una militancia política activa, los artistas de Espartaco se alinearon a una figuración monumental heredera del arte del
muralismo mexicano. Se opusieron a la abstracción de moda en el momento y a sus coetáneos,
que también quedarían en la historia de los 60: los artistas aRrolados en el vanguardista Instituto Di Tella.

Pero en 1968 se encontraron exponiendo en las paquetas galerías de Retiro y Recoleta. El
grupo sintió que bordeaba una contradicción estructural; para ellos, insalvable. Se sentían absorbidos por el mercado que buscaron combatir. Entonces se disolvieron.

"Es el grupo más calificado, el más importante, según creemos dentro del complejo panorama
de las artes plásticas en la Argentina. El valiente e insobornable Grupo Espartaco." Así lo describió en diciembre de 1967 el escritor y periodista Raúl González Tuñón.

Mollari siente que el contexto político es propicio para una revalorización de la identidad nacional y latinoamericana: "Pienso que al menos en cuanto al discurso el Gobierno tiene una intención de revalorizar lo nacional. Aunque todavía no lo veo en concreto", dice Mollari, que a sus setenta y tres años sentencia: "De vivir otra vez haría exactamente lo mismo." 

Natalia Páez
npaez@clarin.com

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